Cuando se trata de la sequía, el impacto no es solo la menor disponibilidad de agua, sino también la calidad de ésta, ya que cuando baja el volumen de agua, ya sea superficial o subterránea, las sales y minerales que hay en ella tienden a concentrarse, depositándose en el suelo y limitando el acceso de las raíces de las plantas a los nutrientes. La mayor parte de los frutales y hortalizas, aunque con diferencias según la especie, son altamente sensibles a las sales. Por ello, cuando aumentan por sobre los niveles adecuados, las plantas, que lo muestran con manchas o puntas necróticas o incluso marchitez en sus hojas, pierden condiciones, dejan de crecer o no producen lo que se espera en volumen y calidad.
Con la sequía, la salinidad ha aumentado en el agua de riego, acumulándose en los suelos de distintas zonas del país, especialmente en las regiones más afectadas por la sequía, como la V, la Metropolitana y la VI, los que pierden permeabilidad y con ello el agua, aunque pareciera estar en volumen, no llega a las plantas como tiene que hacerlo.
Conocer la calidad del agua de riego siempre es importante, especialmente cuando se utiliza en riego tecnificado, ya que permitirá ahorros en fertilizantes y mantención de equipos (sales en exceso pueden, por ejemplo, tapar de manera más seguida los regadores). Pero, en las actuales condiciones de menor disponibilidad hídrica, se vuelve una prioritario conocerla. Ello permitirá tomar medidas que minimicen el impacto de la alta salinidad que tienen hoy muchas de las aguas con que se están regando hortalizas y frutales menores. Un estudio de calidad de agua se debe realizar siempre que exista la posibilidad. También se pueden utilizar tecnologías - como sensores de humedad y salinidad. Son factores como alcalinidad, pH y cantidad de sales como calcio, magnesio o incluso algunos metales pesados, los que se buscará conocer.
¿Por qué el problema era menor hace algunos años? Porque la lluvia -al ser pura- lava naturalmente las sales acumuladas en el suelo. Si las lluvias escasean, entonces se pueden aplicar riegos de lavado de sales, como indica el especialista Francisco González en El Mercurio Campo (www.elmercurio.com/campo), quien señala que el ideal es aplicarlos acoplarlos a las lluvias. Además, recomienda utilizar enmiendas que permitan neutralizar las concentraciones de sales dañinas, como el sodio; o productos que ayudan a la planta a tolerar mejor el estrés provocado en la planta por el exceso de sales.
Otro elemento a considerares que un agua con baja calidad puede impactar también a la fertiirrigación - no solo tapando el sistema, sino que sales como el calcio presente naturalmente en el agua, puede llevar a que la planta no pueda absorber adecuadamente la nutrición que se le provee. Aquí también hay tecnologías, como los filtros, para ayudar a minimizar este daño.
Lo importante es que, de acuerdo con las capacidades de cada uno, se esté atento a con qué agua estamos regando y tomar las medidas a tiempo para evitar daños en el mediano y largo plazo.