A medida que se acerca septiembre, junto con aproximarse las Fiestas Patrias, aumenta el riesgo de que las heladas golpeen a los cultivos que, según de cuál se trate y de la zona, está ya en momentos claves, como la floración. Una helada puede poner en riesgo a un cultivo o impactar el volumen y calidad de una cosecha. De hecho, se estima que las pérdidas agrícolas por heladas pueden superar los US$300 millones.
Y si bien, los agricultores suelen ser capaces de anticiparse a un evento de frío extremo, el cambio climático ha impuesto un nuevo desafío, ya que ha intensificado los fenómenos climatológicos, ya sea lluvias, sequías y heladas (entre otros).
Si bien las heladas este año han golpeado ya a varias zonas, los expertos llaman a estar más atentos que nunca a medida que se avanza hacia la primavera, especialmente porque el fenómeno de La Niña se mantendría hasta fines de año, con lo que las aguas frías en el mar -que se estima durarían al menos hasta octubre- podrían provocar la llegada de heladas polares.
Hay que recordar que no todas las heladas son iguales. Las más complejas son precisamente las polares, en donde las extremadamente bajas temperaturas -que pueden superar los -5° C- son producto de una masa de aire polar, que viaja empujada por los vientos desde el extremo sur hasta la zona central, pero que al durar largos periodos de tiempo, hasta 10 horas, pueden provocar daños extensos. Las heladas radiativas, en cambio, duran hasta 5 horas y sus temperaturas son menos extremas.
La buena noticia es que este año en la zona centro ha llovido. Con ello las plantas están mejor preparadas para enfrentar el estrés que les impone el frío extremo. Lo preocupante es que las temperaturas se han visto al alza y los cielos despejados, con lo que el suelo pierde rápido la temperatura que acumula y, aumenta entonces el riesgo de que los cultivos se quemen con el frio.
Lo complejo es que el cambio climático está intensificando este tipo de eventos. Por ello, el consejo de los expertos es que, de ser posible, se invierta en sistemas para prevenir el impacto del frío extremo.
Las alternativas son múltiples y por lo mismo, antes de decidirse por una es conveniente realizar un análisis de qué se necesita. Y eso estará determinado por el tipo de cultivo, la zona en que se está y por supuesto lo que se puede invertir. También buscar opciones que sean efectivas. Porque, por ejemplo, ya se sabe que llenar de humo un potrero no ayudará realmente y si generará un alto nivel de contaminación. Y hay alternativas que si son eficientes y limpias.
Una de ellas es el uso de agua: se asperja sobre las plantas y sus hojas, formando una capa que con el frío se congelará y, evitará que la planta se queme internamente. Significa contar sistemas de aspersión que permitan cubrir con agua suficiente las plantas, pero sin excesos. Y ante una alerta o sospecha de helada, hacerlo funcionar con tiempo(incluso se puede contar con automatización que permita programar ante las bajas temperaturas u operarlo a distancia).
El sistema es especialmente eficiente para hortalizas y frutales menores, como las frutillas; o incluso leguminosas o algunas cereales, dependiendo de su etapa de crecimiento. Y también funciona vienen combinación con otros sistemas como las torres de ventilación -que pueden llegar a cubrir hasta 7 hectáreas, dependiendo del cultivo- o calefactores o los techos y coberturas.
Lo que no se puede olvidar es que el cambio climático intensificará este tipo de eventos, por lo que siempre es mejor, cuando se pueda, invertir a tiempo en lugar de arriesgarse a perder buena parteo toda una cosecha.